Basado en la premisa de la inercia térmica, la estructura de un sistema de suelo radiante funciona mediante la entrega de calor desde el suelo.
Este calor puede generarse mediante tuberías plásticas de poliuretano instaladas debajo del pavimento, ya sea en el suelo, las paredes o el techo.
Este tipo de sistema permite una distribución uniforme de la temperatura, lo que resulta en una mayor eficiencia energética, reduciendo el consumo de combustible y generando ahorros en la factura de energía.
Sin embargo, el principal inconveniente de este sistema es el tiempo que lleva alcanzar la temperatura de confort, que suele ser más largo en comparación con otros sistemas de climatización.
Por lo tanto, surge la posibilidad y el interés de instalar un suelo radiante de baja inercia. Este tipo de suelo radiante se calienta mucho más rápido, lo cual puede ser ideal para espacios donde se pasa poco tiempo y se requiere un calentamiento rápido.
No obstante, es importante tener en cuenta que esta ventaja conlleva un mayor consumo de energía y, por ende, un mayor gasto en electricidad. No obstante, esto se puede compensar fácilmente mediante la instalación de un sistema de aerotermia, aprovechando todas las ventajas que ofrece la aerotermia y permitiendo un calentamiento más rápido.
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Referencias:
"El gran desafío de la humanidad para este siglo XXI es la lucha contra el cambio climático y transición necesaria hacia una economía basada en energías sostenibles, renovables y limpias."